de Sara Vassallo
1a. edición Buenos Aires 2015, Nube Negra.
2a. edición Paris 2020
Una expresión que encantó a Sara, en una conversación que mantuvimos años atrás, fue “el tercero incluído”. La expresión es de Marie-José Mondzain. La frase es fiel al concepto de su autora sobre la condición de la imagen. Lo propio a la imagen es ser “indivisible” e “indecidible” porque habla de otro, pero asimismo moviliza los sentimientos de quien la contempla.
“Fue construido un mundo común que ha definido su cultura como gestión articulada y simultánea de lo invisible y lo visible. Hubo apasionamiento con la imagen. Designar la vida de la imagen del padre, la de Cristo, por la palabra Pasión, se encuentra en perfecta adecuación con la circunstancia icónica. La Pasión de Cristo, es decir, la pasión por la imagen, se concretó en la imagen de la pasión”.
El “tercero incluido” apela a la unidad de un conjunto trinitario sin por eso privar a cada parte de modulación con las demás. Tal común-unión de las partes entre sí se opone al principio de identidad (de cada unidad consigo misma) que amenaza siempre con un “tercero excluido” a toda di-versidad de cada uno consigo mismo. Ese es el desafío que enfrentan por igual, según Sara Vassallo, el deseo y la gracia : no hacer lugar a la lógica del “tercero excluido” que ratifica el principio de identidad: cada uno no es igual sino a sí mismo.
Quizás pueda ayudar a entender el enfoque de Sara, el verbo del castellano “terciar”. En sus distintas acepciones, terciar se asocia a interponerse (entre partícipes) o dividirse (en segmentos). La acción de terciar, no viene en tercer lugar, sino que improvisa un terceto. Lo que tercia entre dos otros (que por consiguiente, dejan de sumarse como “otros dos” a un tercero) no se supedita a una serie de unidades intangibles, porque no deja incólume la condición de los demás elementos por los que adviene.
Una vez terciado, ninguno de esos (dos) otros puede volver a ser el mismo que era, incluso si su modificación no elimina la unidad que le es propia.
El subtítulo del libro es: “San Agustín, Lacan, Pascal”. La alteración de la cronología no es casual y desaira una lectura de serie histórica. “San Agustín, Lacan, Pascal”, puede leerse también “Lacan entre-dos”. Este desaire que ya introduce alteración, equivocidad, contingencia y “entre-dos”, tiene su correlato en cada uno de los autores convocados.
En San Agustín la voluntad es tanto divina como humana, pero la desproporción entre una y otra tercia entre la ciudad terrenal y la ciudad de Dios. Dice Sara: “En realidad hay tres ciudades, una terrenal, otra celeste y una tercera, insituable, que aspira a la segunda pero vive en la primera (S.V. p. 61)”.
Una ciudad insituable: alteración, contingencia, equivocidad, entre-dos.
En Pascal, la sintaxis de la expresión tercia entre dos otros elementos que pone en común, para componer un sentido alternativo. “Trop de lumière obscurcit (Pascal)”: “Demasiada luz oscurece”. En cuanto en el siglo XVII “lumière naturelle” significa “razón”, la expresión adquiere un sentido figurado: “Encandilar(se) ciega”. El conjunto de la frase encierra, por lo tanto, un terceto: (1) luz, (2) oscuridad, (3) encandilar(se). Dice Sara sobre la sintaxis de Pascal: “Instala más bien un vacío entre la sustancia y la apariencia, entre (1) y (2), poniéndolos juntos en una enunciación doble (3)”.
Instalar un vacío: alteración, contingencia, equivocidad, entre-dos.
En Lacan, el enlace entre S,R,I, (simbólico, real, imaginario) se cumple desde cualquiera y cada uno de los elementos, que no se ven privados de interferir-terciar entre los dos otros. Dice Sara: “Esto permite operar con el nudo (borromeo) de modo de cambiar de tres modos posibles (y no de dos) la función del medium (en latín en el texto de S.V.) según que la ocupe R, S o I”.
La “función de medio” admite, en la significación que adquiere el nudo borromeo en la tópica lacaniana, distintos modos de ocupación (R, S o I): alteridad, contingencia, equivocidad y “entre-dos”.
La alteridad, contingencia, equivocidad, entre-dos de medio (Lacan), del vacío (Pascal) de lo insituable (San Agustín) reviste, por consiguiente, una entidad inconmensurable-incalculable. El no-saber es condición enunciativa del saber y permanece ínsito en el enunciado. La enunciación dirime una dupla de no-saber/saber que interviene-tercia entre-dos (el enunciador y el enunciado).
La “tabla de verdad” con función de inclusión A ∧ B, requiere que la verdad o falsedad de la función de inclusión A ∧ B, se sostenga en la identidad consigo mismo del valor de verdad o falsedad de A o B tomados por separado. En la función de inclusión de la “tabla de verdad”, el tercero está excluido porque previamente A está clausurado en A=A y B esta clausurado en B=B.
A la lógica formalizada (y a toda formalización que se pretenda completa), en cuanto recurre al principio de “tercero excluido”, Sara Vassallo opone una lógica terciada por intervención:
“La lógica exigida por ese vínculo es el núcleo que perseguimos en este ensayo (…) desarrollo la lógica con la que Pascal responde a la estructura del ni...ni , poniendo “ensemble” la disyunción y la conjunción, la exclusión y la inclusión” (S.V. nota p. 23).
”Si el o...o fuera una mera alternancia indiferente, un equilibrio o una simple comodidad, no reuniría las condiciones para que haya acto”.