Moneda gastada contra Plebiscito: la fatalidad económica es fatalmente economicista

Resumen

La expresión “moneda gastada” tiene un doble sentido: tanto significa lo que se entrega a otro como lo que no puede ya entregarse porque se ha desgastado. El gasto sigue vinculado negativamente a la moneda cuando, por compulsión de ahorro, se la confina al tesoro acumulado. El valor del circulante equivale a algo que se obtiene “a cambio” y en ese rodar del intercambio, ocurre incluso el desgaste del material monetizado. Ahora, ¿qué gasto tiene lugar cuando economistas frenteamplistas o viceversa, gastan una pieza desgastada por el rodar electoral, aduciendo tanto una cara como la otra, de la moneda partido/academia?

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1a. quincena, septiembre 2024

¿Economistas-frenteamplistas o viceversa?

Mientras los miembros de la “coalición muticolor” han atacado la propuesta del plebiscito desde una postura política (lo que manifiesta una actitud genéricamente partidaria), la declaración firmada por un grupo de militantes frenteamplistas aduce una especialidad académica para legitimar una toma de posición política.1 Aunque la declaración se identifica desde el título con el frenteamplismo, ya en el primer párrafo confina esa pertenencia a “frenteamplistas del ámbito de las ciencias económicas”. Este doble sello (frenteamplista-economista o viceversa) se diferencia claramente de la pertenencia o integración partidaria de expertos (por ejemplo, Saldain), que se han afiliado explícita o indirectamente a la posición conjunta del gobierno y la mayoría parlamentaria a través del asesoramiento o la toma de posición.

En este caso la moneda publicitaria luce de una cara un signo político y de la otra un galardón académico. Pese al empeño que se pone en una numismática propagandística, pareciera económicamente improbable que alguna moneda pudiera revestir un valor dual, ya que su cifra requiere que forme parte de una única escala de valores.2 Para decidir, entre economía y política, la significación del gasto que habilita esa declaración, quizás pudiera recurrirse a la interpretación de uno de los firmantes de la toma de posición frenteamplista/economista (o viceversa). En respuesta a la objeción que dirigiera a dicha declaración Constanza Moreira, politóloga y ex-legisladora frenteamplista, distintos portales adjuntaron la opinión de uno de los firmantes que impulsan la declaración anti-plebiscito:

   “El plebiscito, pese a las buenas intenciones, no resuelve los problemas de seguridad social y crea otros, además de ser imposible de financiar. Eso es lo que pensamos la enorme mayoría de los economistas, incluyendo a los que nos consideramos de izquierda”.3

Tal como la entiende este detractor de la reforma de la seguridad social, la preponderancia del argumento económico se destaca sin medias tintas por sobre la condición política, ya que los frenteamplistas se encuentran, desde esa perspectiva, incluidos en el grupo “la enorme mayoría de los economistas”. La condición declarada de “frenteamplista” no hace, por lo tanto, más que disimular un planteamiento de índole exclusivamente económica, pero además, si no fuera así ¿que finalidad cumpliría incluir la condición de frenteamplistas en el conjunto mayor del “ámbito económico”, tal como reza la expresión “frenteamplistas del ámbito de las ciencias económicas” en la propia declaración hecha pública?

La posición de Gonzalo Márquez manifiesta “afinidad electiva” con economistas que no serían frenteamplistas, siendo del caso los que asesoran al Herrerismo, o a los sectores más conservadores del Partido Colorado, quienes pergeñaron la ley 20.130 votada en 20234 (modificando el sistema previsional), que estos “frenteamplistas del ámbito económico” dicen descalificar como “mala”.5 Asimismo, las advertencias rayanas en la amenaza dirigidas contra la iniciativa plebiscitaria desde la Federación Internacional de Administradoras de Fondos de Pensiones (FIAP),6 ponen de manifiesto que incluso la soberanía está en juego, tanto en lo político como en lo económico, en cuanto mediante la expoliación a escala internacional de los jubilados, estas empresas también sostienen la globalización empresarial. Aducir una condición socio-profesional “del ámbito de las ciencias económicas” para legitimar una posición sectorial, ante la carga política del contexto tanto en lo global como en lo nacional, manifiesta un arraigado reduccionismo economicista.

El cristal vengativo

Baudrillard ha sostenido que todo discurso genera fatalmente provecho para quien lo enuncia:

   “Como sabemos, el discurso de los publicitarios sirve inicialmente para los propios publicitarios, y nada nos asegura que el actual discurso sobre la informática y la comunicación no sirva exclusivamente a los profesionales de la informática y la comunicación (el discurso de los intelectuales y los sociólogos plantea, asimismo, idéntico problema)”.7

La apreciación de Baudrillard refiere a la interacción discursiva sostenida desde el “ingreso de la subjetividad en la lengua”, según la expresión de Benveniste, que se despliega ante una escena siempre diferente, pero asimismo, abordada desde las inclinaciones propias del enunciador. Esta noción de discurso, que incorpora un anclaje singular del hablante y refiere, por consiguiente, cada contexto según una inscripción individuada (eventualmente grupal), ha conllevado la obsolescencia del criterio de representación. En efecto, un lugar en vez de otro (la representación “en lugar de”) o la acepción que se formula como efecto de la experiencia (la representación como “nueva presentación”), requieren por igual un orden universal y previo a la propia significación re-presentada. Como efecto del “giro lingüístico” del saber, la acepción de “ciencia” pautada por una realidad previa al saber que la plantea, ha caído ya desde hace un buen momento en la obsolescencia.

Sin duda quienes se identifican con las “ciencias económicas” tal como se presentan a través de las afirmaciones de la declaración “Frenteamplistas por el No al Plebiscito de la Seguridad Social” no se han dado por enterados de tal crisis de la racionalidad entendida como pliegue de la misma realidad. Parecen obstinadamente convencidos de la transparencia objetiva que despliega, ante su paso sereno, la alfombra roja del conocimiento, trayecto fácil de cubrir bajo una mirada avanzada. Ahora, para volver a Baudrillard, “El cristal se venga”.8

No puede establecerse diferencia, en efecto, en tanto que criterio del saber, entre las afirmaciones del economista académico Javier Milei9 y las de un planteo político economicista. Los diversos grados de Estado o de mercado que integren la denominación objetiva de la riqueza, su producción y distribución, se vuelven indistinguibles entre sí, en cuanto se identifican por igual con la visión eco-nómica de un único mundo. Cuando ese etiquetado de lo real surge en términos de “variables macro-económicas”, por ejemplo las que fundamentan el rechazo “académico” del Plebiscito de la seguridad social, el cristal vengativo de la “realidad objetiva” amenaza tanto al “todo mercado” como a las “políticas sociales”.

¡Despierten economicistas, la pesadilla ya pasó!

La catástrofe financiera que supuso la crisis de las “subprime” en 2008, inducida por las mismas políticas monetaristas que se convirtieron en receta mundialista desde el fin de los años 1980, no fue seguida, como algunos lo esperaban, por el retorno a políticas de equilibrio social antes que fiscal. Dando un “salto al vacío”, los países centrales (de Europa y los EEUU) repitieron a continuación las mismas orientaciones precedentes, con persistencia que puso de manifiesto, antes que la mera doctrina economicista, una racionalidad10 pública con anclajes sociales efectivos. La gravitación hegemónica del narcisismo empresarial y sus ínfulas de máximo consumo también irradió entre los sectores socialmente privilegiados de América Latina. El corolario formal de esa re-formulación empresarial de la condición pública (lo que Foucault analizó como “ordoliberalismo”) condujo, en 2015, al desconocimiento del pronunciamiento popular en Grecia, cuyo mandato soberano fue abandonado por los propios gobernantes electos ante la presión del conjunto de la Unión Europea.

La crisis griega conllevó un análisis del conjunto de la coyuntura de Europa, gobernada por instituciones que retomaban al pie de la letra la gubernamentalidad neoliberal, según un desenlace aciago que motivó un título apesadumbrado: “La pesadilla que no acaba nunca”.11

El libro en cuestión pone en el tapete la racionalidad propia a las formaciones partidarias, así como, entre los expertos, involucra también a ciertos economistas, adalides de la racionalidad liberal llevada a “política de Estado”, es decir, el “ordoliberalismo”:

   “Desde hace varias décadas, la voz de los economistas heterodoxos, disidentes y “aterrados”, a pesar de ser fecunda, inventiva y plural, tiene muchas dificultades para hacerse oír en las instituciones científicas, en la esfera mediática y en el universo político dominante. La explicación puede parecer simple, pero desafortunadamente está en la línea de la siniestra realidad: los economistas mainstream, además de los beneficios académicos que su conformismo les asegura, escriben y dicen lo que sus patrocinadores del ámbito de los negocios quieren leer y oír. En otras palabras, como escribió Paul Krugman, no se trata sólo de un error científico sino de “corrupción soft”, gracias a la cual se puede ganar mucho dinero. La ortodoxia puede dar muchos beneficios”.12

Quien suscribe este blog tuvo la oportunidad de encontrar a uno de los autores de “La pesadilla que no acaba nunca” en un evento académico. Le relaté el caso del plebiscito que había puesto los recursos hídricos del Uruguay bajo la órbita del patrimonio nacional, inscribiéndolos en la propia Constitución de la República.13 Luego, como esa decisión soberana había sido perforada por una Ley de Riego, que habilitó la explotación empresarial del mismo elemento estratégico supuestamente resguardado constitucionalmente.14 El comentario de Dardot fue sarcástico: “Ahh...l’oligarchie parlementaire”.

En el momento de ese encuentro con Dardot, ya se había disipado el clima de pesadilla conceptual que motivó aquel libro que publicara junto con Laval. A partir de 2017, intervinieron distintas sublevaciones contra la globalización empresarial en diferentes contextos continentales, a lo que vino a sumarse la crítica del saber mundialista que ganó relieve en el marco de la pandemia de Covid-19.15 Ojalá que incluso una mayoría entre nuestros economistas pueda despertar de la pesadilla neoliberal, que todavía persigue a ciertos sectores socio-profesionales, pese a los golpes “como del odio de Dios”, al decir de Vallejo,16 que ya debieran haberlos despertado. El Plebiscito de la Seguridad Social no es el primer aldabonazo que resuena entre nosotros, aunque configura, desde ya, un hito significativo en una perspectiva de alcance estratégico.

 

1“Frenteamplistas por el No al Plebiscito de la Seguridad Social”. Recuperado de: www.frenteamplistasporelno.uy

2La moneda, su circulación y desgaste, ha motivado la consideración de Borges, Lacan, Mallarmé y Saussure. Ver Almeida, I. “La moneda de Borges; de la degradación al desgaste -elementos de semiótica borgesiana-”. Recuperado de: https://www.borges.pitt.edu/sites/default/files/1304.pdf

3“Constanza Moreira criticó a opositores del FA al plebiscito y le preguntaron si libertad de acción es para un solo lado” Uy.press (29/08/24) https://www.uypress.net/Politica/Constanza-Moreira-critico-a-opositores-del-FA-a-plebiscito-y-le-preguntaron-si-libertad-de-accion-es-solo-para-un-lado-uc139113

4“Ley 20.130” IMPO. Recuperado de: https://www.impo.com.uy/bases/leyes/20130-2023

5Ojeda dijo que “hay que saludar la valentía de los 112 frenteamplistas” que están contra el plebiscito de la seguridad social” Multimedio R (1/09/24) https://grupormultimedio.com/ojeda-dijo-hay-que-saludar-la-valentia-de-los-112-frenteamplistas-que-estan-contra-el-plebiscito-de-la-seguridad-social-id133010/

6“Plebiscito seguridad social “daría la señal internacional de que en Uruguay las reglas no son tan claras” El Observador (15/06/24) Plebiscito seguridad social daría la señal internacional de que en Uruguay las reglas de juego no son tan claras (elobservador.com.uy)

7Baudrillard, J. (1988). El otro por sí mismo. Barcelona: Anagrama, p. 12.

8Baudrillard, J. El otro por sí mismo. Op.cit. p. 79.

9Ver en este blog Viscardi, R. “Ultraderecha argentina: el discurso “políticamente incorrecto” https://filosofiacomociberdemocracia.com/es/node/57

10Sobre la racionalidad neoliberal ver en este blog “El día después de la nostalgia: la república empresarial”, particularmente el apartado “El día después de la nostalgia: la factura científica neoliberal” https://ricardoviscardi.blogspot.com/2020/02/genealogiade-la-republica-empresarial.html

11Dardot, P. Laval, Ch. (2017). La pesadilla que no acaba nunca. Barcelona: Gedisa.

12Dardot, P. Laval, Ch. La pesadilla que no acaba nunca. Op.cit. pp. 147-148.

14Ley 16858. IMPO. Recuperado de: https://www.impo.com.uy/bases/leyes/16858-1997

15Sobre las características propias del Uruguay en la remodelación del contexto mundial, ver en este blog “Grieta” implosiva en el Uruguay” https://filosofiacomociberdemocracia.com/es/node/174

16Vallejo, C. “Los heraldos negros”. Recuperado de: https://www.poesi.as/cv18030.htm