El ojo de Dios en la devoción militante

1a. quincena, diciembre 2023

Castigos bíblicos&Relatos salvajes

En el exitoso film argentino “Relatos salvajes” ciertas escenas de agresión presentan reacciones desmesuradas, pero incubadas por condiciones que las suscitan. El caso de la masacre que tiene lugar en Gaza es exactamente inverso: ya nadie recuerda las advertencias acerca de la condición “proporcionada” que debiera revestir el ejercicio del derecho a la defensa por parte de Israel.¹ Incluso sus aliados más consecuentes, como los EEUU² (pero también Austria, Canadá, Nueva Zelanda) intentan disuadir al gobierno israelí del efecto negativo, sobre la opinión pública, de los ataques indiscriminados a una población indefensa. Mediante bombardeos de civiles desplazados primero y acorralados después, la desproporción de una masacre de niños y mujeres genera reacciones internacionales que no deslucirían como parte del film “Relatos salvajes”: enfrentamientos que intentan preservar cierta proporción, forzosamente desproporcionada, entre las actuaciones y las convicciones.

No sólo la figura del “buen salvaje” intercede, desde la tradición clásica de Occidente, particularmente a partir de Rousseau,³ para favorecer “relatos salvajes” que remiten a cierta plausibilidad de la violencia. La propia tradición arcádica ya es portadora, desde la antigüedad griega, de una condición idílica y bucólica, en cuyo ámbito se compartiría en común la felicidad más apacible. Este relato fundador de occidente admite que una desviación transitoria mancille aquella admirable fruición.

La pregunta pasa a ser, por consiguiente: ¿qué proporción puede establecerse entre un genocidio y un relato, incluso si se presenta como “salvaje”? Tan desproporcionada es la cuestión de la proporción cuando se trata de la violencia a ultranza, es decir, sin otro límite que el borrado del oprobio a través del exterminio del causante, que incluso puede ser empleada para justificar el genocidio.⁴ En efecto, ¿cómo entender un enfrentamiento que se presenta con el viso de la aniquilación en masa a partir del mero número de víctimas, o de una cuestión de territorio, o de un criterio de preservación étnica?

La universalización salvaje del relato

Aunque se desarrolla de forma privilegiada en el área pautada por las “religiones del libro” (cristianismo, islamismo, judaísmo), sorprende la intensidad de los relatos que toman partido en el enfrentamiento armado que tiene lugar actualmente en Gaza. Se trata de una universalización salvaje del relato de los contendientes, que sorprende tanto por la extensión comunitaria como por la motivación intencional.

-Roger Waters vio obstruida su posibilidad de alojarse en un hotel de Montevideo, ante un boicot que habría sido organizado por el Comité Central Israelita, cuyo presidente fue denunciado por el propio Waters.⁵ El boicot alcanzó tal generalidad que Waters se vio impedido de encontrar una sola locación en Montevideo, pese a lo cual el recital fue un éxito, tanto en lo artístico como en la concurrencia de público.

-El 5 de diciembre pasado tuvo lugar una manifestación de apoyo a Palestina en el centro de Montevideo, cuya consigna más coreada fue “¡No es guerra, es un genocidio!”. La misma manifestación ya había sido suspendida anteriormente por lluvia; en la fecha elegida posteriormente también llovía, pese a lo cual, la manifestación tuvo lugar. Al llegar a la intersección de 18 de Julio con Convención, desde uno de los pisos bajos del edificio que da a la esquina, se agitó una bandera de Israel. Buena parte del cortejo se detuvo, durante minutos, para vocear las consignas en dirección del balcón del impugnador pro-iraelí, mientras éste seguía agitando fervorosamente la bandera que, a su vez, impugnaba a los manifestantes. De una de las ventanas del mismo edificio que da a la calle Convención, se agitó por un período prolongado un brazo con el puño en alto, aparentemente, en apoyo a los manifestantes.

-Se inició un sumario administrativo en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de UdelaR-Uruguay. Ante la sistemática desaparición de los carteles que anunciaban, en esa facultad, un acto en apoyo a la causa del pueblo palestino y contra el genocidio, incluso con la presencia de la embajadora de Palestina en el Uruguay, un estudiante habría respondido con leyendas que fueron consideradas amenazantes: “Sionista, el mundo te está mirando”. En sus descargos, el estudiante señala que denunció previa e infructuosamente ante los funcionarios de la facultad la sistemática desaparición de los carteles. La decisión de abrir un expediente de sumario, decidida por el consejo de la facultad, tampoco fue adoptada por unanimidad, sino que tres votos en doce no la acompañaron.⁶

-500 docentes de Harvard emitieron una declaración de apoyo a la presidente de la institución, que había presentado su dimisión en razón de ser impugnada por parlamentarios de ese país, que la acusan de permitir manifestaciones de antisemitismo en la universidad. Los y las docentes señalan, en su declaración de apoyo a la máxima autoridad de la institución, que no se debe permitir la injerencia de cuerpos políticos en la actividad universitaria, a fin de preservar la autonomía de esta última.⁷

Lo significativo de estos casos proviene, más allá de circunstancias singulares, de que trascienden la órbita geográfica y étnica del conflicto, para pasar a radicarse en ámbitos supuestamente al margen de los escenarios bélicos, institucionales o incluso urbanos. Cierta proporción de “relato salvaje” se manifiesta en la desproporción de los sucesos: un artista de renombre mundial no puede alojarse en Montevideo ante un boicot hotelero, una manifestación ordenada y legal suscita un enfrentamiento enconado con un vecino impugnador, se abre una investigación administrativa relativa a carteles con leyenda genérica colocados en una universidad autónoma, parlamentarios estadounidenses acusan a una autoridad universitaria de no reprimir manifestaciones de sus propios estudiantes.

La ley medial: Mujica “comprende” a Milei

Quizás puede abordarse la extraña intersección entre desproporción y relato que interviene en torno al enfrentamiento entre el Estado de Israel y la organización político-militar Hamas, a partir de algunos fenómenos que también pautan la actualidad. Entrevistado acerca del paso de mando presidencial que ungió a Javier Milei presidente de la Argentina, el politólogo argentino Sergio Bereznstein⁸ subrayó que tanto en Plaza de Mayo, como en Plaza del Congreso, lugares capitales de las ceremonias, el público presente era relativamente escaso con relación a los eventos que tenían lugar. La observación corresponde a una elección que registra una gran diferencia (casi 12%) entre los candidatos (en el último balotage entre Macri y Scioli, la diferencia fue menor a 3 %). El electorado de Milei es masivo en votos, pero no es un electorado de masas organizadas. Esa carencia organizativa es suplida por un aparato mediático que provee cierta movilización simbólica individual entre un gran número de ciudadanos votantes y no votantes.

Ha surgido en las últimas horas una noticia reveladora del vínculo estrecho que, pese a las apariencias, puede unir entre sí a una figura supuestamente integrada al sistema de partidos y un outsider. El Uruguay es, efectivamente, el único país de América Latina en el cual un outsider (es decir, un candidato “populista”)⁹ no ha llegado al gobierno por vía electoral.¹⁰ Quizás esa particularidad explique que Lula haya solicitado la intercesión de Mujica en su confrontativa relación con Milei. Aunque provenga del interior de un sistema de partidos tradicional, el propio Mujica protagonizó en su momento un “irresistible ascenso” mediático (a la manera de Bolsonaro o Milei y tutti quanti).¹¹ La respuesta que el ex-"presidente más pobre del mundo" dio a la solicitud de intercesión de Lula es particularmente sugestiva: “Milei es loco pero no es bobo”.¹² La apreciación revela una empatía que corresponde a la trayectoria del propio Mujica: el "guerrillero arrepentido" habría operado como una vacuna que la partidocracia uruguaya prefirió inocularse, en cuanto tal como lo aconseja el proverbio, “más vale prevenir que curar”.

Una cuestión de régimen

Esa contradicción entre el plano mediático y el gobierno orgánico trasciende en mucho a la figura de Mujica o a la de Milei y es la ley política del presente. Pero la lectura generalizada la identifica con la mera ausencia de organicidad o la catástrofe del vínculo social, cuando supone ante todo, la transformación de la sociedad en medialidad.¹³ Sus razones están ancladas en la tradición cristiana y clásica de la mediación entre el individuo y el orden soberano, sin la cual no puede entenderse siquiera la propia noción de representación.¹⁴

La acepción de “régimen” admite, contrariamente a la de “sistema”, la correlación de elementos dispares entre sí, que cierta actividad pone en cotejo. Esa misma acepción se opone a la clausura de un régimen, por más que el propósito que lo incentiva se lo plantee. El régimen mediático de la tecnología interactiva supone, por consiguiente, que el individuo no puede permanecer al margen de la actividad de la que participa, como mero destinatario o receptor de mensajes. En cuanto solicita a cada particular de sí propio, esta actividad suscita en términos de vinculación dos consecuencias:

a) el involucramiento personal del emisor-destinatario

b) el recurso a las inclinaciones propias del involucrado

Esa articulación suma, a una gestión individual de la interacción pública (las redes, chats y videos son hoy parte de la esfera tradicionalmente considerada “pública”), la movilización del trasfondo idiosincrático de cada quien, convocado desde sus inclinaciones más propias. Se explica por vía de consecuencia, que la “arké” religiosa, que (se) sostiene incluso (en) la laicidad por la vía de la secularización, ascienda en contextos cargados de tensiones históricas, estratégicas y étnicas, como en el caso de Medio Oriente.

La agudización simbólica de los conflictos también permite explicar, por efecto concomitante, el surgimiento de "relatos salvajes" en contextos sumamente dispares, que sólo vincula entre sí la información a distancia. Lejos de fundamentar el fundamentalismo (religioso en particular, si existiera otro), este planteo habilita la reflexión acerca de la infición simbólica que la propia condición religiosa intenta infructuosamente suturar y que interviene, hoy por hoy, como exterminio religiosamente mandatado.