Victoria de Boric: elegir en el Tren Fantasma

 

 

1a. quincena, enero 2022

La sensibilidad arraigada en una población también se traduce en una fantasmática, tal como lo expresó la nostalgia que provocara el cierre del Tren Fantasma en el histórico Parque de Diversiones de Montevideo. El aluvión suplementario de votos que intervino a favor de Boric retrotrae, en el recuerdo, al sobresalto que suscitaba a cada quiebre de un trayecto tenebroso, aquel Tren Fantasma montevideano. La reversión del principio de soberanía que pauta el presente mundial se contrapone, desde la memoria del estallido social anti-pinochetista, al fantasma de un centro único e indiviso del poder. Esa declinación que afecta ante todo a la figura presidencial, incide en un presente pautado por cierto espectro tecnológico supranacional.

ARK: https://n2t.net/ark:/13683/p0vR/W7Q

 

 

Un trayecto fantasmático

El cierre del Tren Fantasma, uno de los mayores atractivos del Parque de Diversiones conocido en Montevideo como “Parque Rodó”, fue reportado atentamente por la prensa montevideana a inicios de 2014. La atención periodística era correlativa al impacto que la noticia produjo sobre la sensibilidad de un gran número, a punto tal que la lamentada clausura fue postergada por unas semanas, para habilitar un último recorrido de despedida a muchos nostálgicos del fantasmático trayecto.1 El itinerario se componía de apariciones súbitas, macabras y horripilantes, cumpliendo con un repertorio de apariciones largamente preludiado en la memoria popular: el ataúd que se abre, el suplicio del condenado a muerte, el colgado en su soga, etc.

Los vagones conducían a los visitantes en pequeños grupos ante cada escena aterradora, para quebrar de inmediato el rumbo en dirección a la siguiente, hasta alcanzar el alivio de la salida que dejaba a los visitantes sobresaltados, pero a las risas, tras la sucesión de múltiples escenas tenebrosas.

El fantasma electoral pinochetista

La votación de la 1a. vuelta de las elecciones presidenciales chilenas de 2021 contradijo severamente el resultado de la elecciones de convencionales a la constituyente de ese mismo año. Mientras en los comicios para la constituyente los sectores conservadores no alcanzaron siquiera el 25 % de los convencionales, en la 1a. vuelta de la elección presidencial el candidato derechista ocupó el 1er. lugar, mientras Boric lo seguía con 25,83 % de los sufragios. El contraste entre las dos elecciones no podía parecer más pavoroso, particularmente porque cundía en la memoria como un retorno fantasmático de Pinochet, cuyo régimen había logrado incluso refrendar electoralmente la misma constitución que ahora una amplia mayoría se proponía inhabilitar sin miramientos. La escena de la elección presidencial parecía, a fines de 2021, digna de una escena de espanto como las que añoraban los montevideanos ante el cierre del Tren Fantasma.2

El final feliz que significó el triunfo de Boric superando por más de 10 % al candidato post-pinochetista, provino por consiguiente ante todo de la memoria del terror, que actualizó el fantasma de la criminal saña represiva y totalitaria que encabezó Pinochet.

La analítica de la declinación

La figura presidencial conlleva, particularmente en el uso periodístico predominante, el análisis crítico de las posibilidades y limitaciones que encierra el ejercicio del Poder Ejecutivo en un contexto marcado históricamente. La actividad pública termina en muchos casos por confirmar un juego de contrapesos, que dejan un supuesto poder de primer orden muy cerca del punto muerto.3 Los factores externos sumados incluso a claudicaciones internas pueden llevar, en otros casos, a la disminución de un papel supuestamente rector del acontecer nacional. Más allá de algunos ejemplos particularmente escasos en las últimas décadas, en que el Poder Ejecutivo logra encabezar una modificación significativa del escenario nacional -Kirchner o Morales en el contexto latinoamericano-, la figura presidencial se ha caracterizado desde el último cuarto del siglo XX por un descaecimiento relativo, particularmente ante el ascenso de la gubernamentalidad tecnológica de la opinión pública.

El aluvión de votos que sumó más de un millón de voluntades añadidas al balotaje, es señal elocuente de una movilización destinada a darle la vitoria a Boric, pero asimismo, tanto como a quitársela a Kast. Se trata, por consiguiente, de un voto contra Kast antes que a favor de Boric, lectura que viene a ser refrendada por el alto índice relativo de abstención, en cuanto incluso en 2a. vuelta, la votación no logró superar el 55 % del cuerpo electoral.

Como efecto del altísimo nivel de movilización que se desarrolló en el período que lleva al estallido social, iniciado en 2006 y acelerado en 2011, para llegar al climax de 2019, la potestad presidencial parece, tras los comicios presidenciales del año pasado en Chile, beneficiarse indirectamente de una movilización masiva sin amarras (particularmente de aquellos sectores emergentes o fortalecidos en el contexto del estallido social). Queda planteada la perspectiva de un ejercicio gubernamental pautado por la declinación del mandato presidencial, toda vez que se lo considera a la luz de la genuina convocatoria electoral que debiera auspiciarlo.

La trayectoria política no deja de registrar la transformación del ejercicio público, que no se ata a normatividades ni a precedentes institucionales, sino ante todo, a la necesidad de abrir rumbos a la gubernamentalidad que puja por la primacía. Desde este punto de vista el mandato de Boric no aparece previamente descalificado por la declinación del lugar presidencial, sino que reclama ante todo la habilitación de una mayor distribución democrática de la soberanía, que articula la movilización a través de la concentración a distancia e interactiva, antes que por organismos centralizados de masas y disemina, por consiguiente, el significado unitario de la potestad de Estado.

El fantasma soberano

El fantasma que según el Manifiesto Comunista recorría Europa se ha convertido, leído por Derrida, en la más conspicua ley de la tecnología.4 Asociado por Marx a la cabeza del poder, el espectro del soberano se nos aparece, gracias a la generalización de la emisión a distancia, en la pantalla más habitual.5 El tránsito desde el lugar supérstite al más extendido llano, ancla la fantasmática del poder a la base misma de la democracia. Una extensión mediática maximizada disemina la soberanía, hasta convertirla en cierta actuación permanente y singular en la comunidad. Entre estallidos sociales y ejecutorias presidenciales, la coyuntura del presente abre sendas fantasmales, en Chile y más allá.

 

1https://www.subrayado.com.uy/tren-fantasma-cierra-el-9-marzo-y-abril-inaugura-el-nuevo-n31384

2Lema, D. Silva, L. “¿Cómo consiguió Gabriel Boric la presidencia de Chile? Los secretos de su estrategia de campaña” Página 12 (24/12/21) https://www.pagina12.com.ar/391165-como-consiguio-gabriel-boric-la-presidencia-de-chile-los-sec

3Viscardi R. “Renuncia de Pablo Iglesias : de la coleta juvenil al coletazo re(pro)gresista” Acta Académica https://www.aacademica.org/ricardo.g.viscardi/41

4Ver particularmente “Exergo” en Derrida, J. “Espectros de Marx” en Derrida en castellano. Recuperado de: https://redaprenderycambiar.com.ar/derrida/textos/marx_inyunciones.htm

5El análisis de la espectralidad es la clave de la lectura que hace Derrida de las tecnologías info-com. A partir de Espectros de Marx (1993), la cuestión de la espectralidad aparece en Mal de Archivo (1995), Ecografías de la televisión (1998), Canallas (2003), entre otros textos.