Renuncia Pablo Iglesias: de la coleta juvenil al coletazo re(pro)gresista

1a. quincena, mayo 2021

 

 

 

 

Mitología gubernamental

 La dramática renuncia de Pablo Iglesias a la actividad partidaria  y  electoral me trajo a la memoria un diálogo mantenido muchos  años atrás. Apenas iniciada la segunda mitad de los 80’ en el Uruguay, constituía un asunto político coyuntural (mal encaminado por entonces y no resuelto hasta ahora) la violación de todos los derechos posibles bajo el régimen totalitario (1973-1985). Estaba planteada, además, la cuestión de una alternativa efectiva a ese pasado trágico. Quien escribe estas líneas había regresado al país para desarrollar un proyecto de investigación sobre el discurso de los movimientos sociales en la lucha contra el régimen totalitario (80’-85’),1 en el Instituto de Ciencias Sociales. Sostuve y desarrollé, con ese propósito, encuentros formales e informales con colegas que trabajaban en la misma Casa de Estudios.

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Durante conversación personal y amena, uno de mis colegas planteó que a su entender los movimientos sociales no revestían trascendencia significativa, en cuanto una vez satisfechas sus reivindicaciones, se extinguía su alcance. A lo cual respondí que tampoco suponía ninguna trascendencia significativa el fracaso electoral, en cuya escena se recuenta con amargura el incumplimiento de tantos votos prometidos.

Cada paradigma se nutre de su propia mitología, los límites de “la realidad” que se sostiene con viso “objetivo”, no trascienden los límites del relato argumentado. Siendo el “buen sentido”, tal como lo señaló Descartes,2 la cosa mejor compartida en este mundo, cada uno presenta el propio, con lo cual no declina toda realidad ajena al relato, sino por el contrario, la posibilidad de ser afirmada como propia a un único sentido. Cierta metafísica gubernamental se obstina en creer que la soberanía se repuso de la crítica que le dirigió una desigualdad creciente, que desde el siglo XIX, instaló la democracia representativa. La “Comuna de París”, de la que se celebran en estos días 150 años, fue un primer testimonio de los límites del relato representativista de la soberanía. Quizás los “estallidos sociales” del presente,3 que cuestionan el poder “como tal”, anuncian en el marco de una multipolaridad y mundialización de los conflictos (que la globalización supuestamente “unipolar” no hizo sino multiplicar) el ocaso mitológico de la soberanía-como-representación.

Ignorar el 15M

 

Un ejemplo de tal mitología representativista surge del propio relato periodístico de la catástrofe electoral, con posterior renuncia a la actuación político-institucional, de Pablo Iglesias. He consultado no menos de cinco artículos periodísticos en medios uruguayos, acerca del impacto emocional que supuso la noticia, en cuanto se asocia la figura de Pablo Iglesias a cierta significación estratégica de un replanteo generacional. Llama ante todo la atención, que en ninguno de esos artículos se hace mención de la definición de su propia trayectoria por el ahora renunciante, quien al acceder a cargos de responsabilidad política la destinó a “cumplir los designios del 15M”.

El giro dramático de la crisis de 2008, produjo la desocupación y “el deshaucio” (la ola de desalojos por hipotecas impagas) que en España sigue hasta el presente. Se levantó como respuesta un movimiento espontáneo que ocupó ante todo lugares públicos, eventos que bautizaron de estado de ánimo una fecha inaugural: “Indignados-15M”. Ese corte transversal en el relato político de los propios medios de comunicación y a fortiori del sistema político en su conjunto, conllevó un nuevo clima de opinión, en cuyo marco se prohijó, desde ciertos medios de comunicación, el relato de una alternativa sostenida en esa sensibilidad emergente. El principal vocero de esa tendencia fue Pablo Iglesias.

Ignorar la deuda con Indignados-15M que reconoció en el umbral de su trayectoria gubernamental el propio Pablo Iglesias, no hace, una vez declinada su parábola institucional, sino confirmar que la mitología gubernamental de la soberanía representativa no entendió, del surgimiento de Podemos, sino que “renovaba la política”. La renuncia de Pablo Iglesias adquiere, en cuanto al presente y por encima de una trayectoria personal errática, estatura mayor que una suma de relatos bienpensantes que pretenden reducirla a una coyuntura electoral.

De la coleta juvenil al coletazo re(pro)gresista4

Contrariamente a lo que afirma Marcelo Pereira en “Apuntes del día”,5 la campaña del PP y VOX contra “la izquierda” no se motiva en una identificación mundialmente en uso, entre tal “izquierda” y Venezuela, sino en una imagen cultivada cuidadosamente por el propio Pablo Iglesias, en momentos en que cundía el “progresismo” en América Latina.

En el marco de una gira por Sudamérica durante 2014, destinada a alcanzar la unción de un progresismo que, todavía por entonces, era ensalzado en perspectiva histórica, Pablo Iglesias estuvo incluso en Montevideo, para recoger la bendición del presidente en ejercicio, José Mujica.6 La victoria de cierto progresismo “legal” y sobre todo “políticamente correcto” (recordemos que Mujica proponía por entonces fundir, en un única conmemoración, las armas de los guerrilleros con las de sus verdugos),7 podía ser presentada en España con el viso de la fatalidad juvenil de la Historia (asociada con ingenuidad crítica, por entonces, al estilo personal del líder de Podemos). La metáfora de una transferencia juvenil-radical desde las excolonias a la antigua metrópoli no podía ser más rendidora mediáticamente, sobre todo en territorio ibérico, en cuanto la descendencia americana del “león español” (según el decir de Rubén Darío)8 parecía hollar un camino progresista sembrado de rosas, semejante al que Francisco I tendió bajo los pies de Carlos V, a su triunfal llegada al castillo de Chambord.

Sin embargo, si Mocteczuma no estaba, como lo destaca Rubén Darío, en un lecho de rosas, las rosas con que se decoraba el facilismo progresista en 2014, ya estaban “fané” (como dice el tango de la imagen presente, comparada con la lozanía de antaño).9 El mito progresista que creyó desplegar Podemos en aras de obtener un apoyo electoral decisivo en Madrid, se convirtió en un mito regresista: el del regreso de cierto franquismo. No deja de ser apreciable que los progresismos latinoamericanos fueron, al menos por el momento, aún más nefastos: sus titulares de “el día después” se llaman Lacalle Pou, Bolsonaro, Piñera. Es el precio que impone la “política concreta”, cuando no se hace sino morder en los anzuelos más tentadores y menos disimulados de la memoria histórica.

Tales trampas son tanto más seductoras en tanto que mediáticas, sobre todo cuando la mediación se burla de quienes creen poder decir de otra forma, en las mismas formas, lo que tales formas deniegan; tal el caso de los diputados de provincia, citados por Derrida, que plegándose a la exigencia real de hablar la lengua de la corte, porque así le placía al Monarca, terminaron presentando sus quejas en la propia lengua cortesana:

“Entonces se burlaron de estos oradores, que habían venido para combatir la lengua francesa, y que, sin embargo, en este combate la habían aprendido; y por consiguiente habían demostrado que, puesto que era tan asequible a personas como ellos, de edad, sería todavía más fácil para los jóvenes; y que estaba bien que, por más que el lenguaje halle morada en la plebe, sin embargo, los hombres más notables, que ocupan un cargo público, tuviesen también en el habla, como en el vestir, alguna preeminencia sobre sus inferiores”.10

Tal como le sucedió a Pablo Iglesias, por estos tiempos la “política concreta” (ergo: institucional) se reviste de frivolidades bien intencionadas, aunque a la manera del remordimiento tanguero, mañana luzca “fané” la tez más ebúrnea y vire al coletazo re(pro)gresista la coleta al uso de un oportunismo remozado.

 

1El título del proyecto, financiado por el Servicio Universitario Mundial era: “El discurso de los movimientos sociales en el período de reinstitucionalización democrática (1980-1985)”.

2Descartes, R. (1966) Discours de la méthode.Paris: Flammarion, p. 33.

3Ver en este blog Viscardi, R. “Estallido “negacionista” y lengua de bloque: el tópico de la distopía” http://filosofiayciberdemocracia.armeto.com/es/node/39

4Sobre el neologismo “re(pro)gresista, inversión de “pro(re)gresista, ver en este blog Viscardi, R. “Genealogía de la república empresarial: el día después de la nostalgia” https://ricardoviscardi.blogspot.com/2020/02/genealogiade-la-republica-empresarial.html

5Pereira, M. “Apuntes del día” La Diaria (05/05/21).

6“Iglesias: Mujica demostró que un presidente puede ser una persona normal” Uruguay Presidencia (01/10/14) https://www.presidencia.gub.uy/comunicacion/comunicacionnoticias/mujica-pablo-iglesias-podemos-reunion

7“Tupamaros condenan “monumento a la reconciliación” Montevideo Portal (11/06/15) https://www.montevideo.com.uy/Noticias/Tupamaros-condenan-monumento-a-la-reconciliacion--uc274133

8Darío, R. A Roosvelt. Recuperado de: https://www.poemas-del-alma.com/a-roosevelt.htm

10Brunot, F. (1966). Historia de la lengua francesa, desde sus orígenes hasta 1900. Paris: Colin, p. 31 (citado por J. Derrida en El lenguaje y las instituciones filosóficas (1995). Barcelona: Paidós, p. 45).