Resumen
Desde el pasado mes de noviembre y en este diciembre en curso, transcurren dos puestas en escena y una exposición que retoman, articulada y conjuntamente, la memoria del creador que también fue, según la expresión que cundió en su tiempo, un "luchador social". Surge concomitante en el mismo período actual, una lectura filosófica de aquel creador-luchador-social, que cuenta en este mismo año con dos reseñas, cuya significación se vincula con aquellas expresiones artísticas y sobre todo, integra desde ya una faceta filosófica al conjunto de una misma memoria multívoca.

Imagen: Diario de Ibero. Museo de la Memoria.
9 de diciembre, 2025
Travesía de inter-rogación
En el pasado mes de noviembre el elenco teatral de El Tinglado puso en escena, en coproducción con la Comedia Nacional y la Federación Uruguaya de Teatros Independientes la obra "I.G.G. (oriental, casado, 22 años)", escrita y dirigida por José María Novo. En consonancia y en coordinación con esa puesta en escena, el Museo de la Memoria instaló la exposición "Ibero Gutiérrez, política, estética y praxis", que destaca distintos aspectos de la obra visual del mismo autor, además de algunos ejemplares de su biblioteca y de sus propios textos. Estas iniciativas se articularon entre sí a través de otras dos actividades replicantes: una lectura de la dramaturgia de Ibero, que tuvo lugar en el Museo de la Memoria y que será seguida, a su vez, por la puesta en escena en el mismo museo, de partes de la obra "I.G.G. (oriental, casado, 22 años)" el próximo viernes 12 de diciembre, como parte de la jornada cultural "Noche de los Museos". Ya era ampliamente conocida, desde inicios de los años 1990, la obra poética del militante estudiantil y autor inédito que fuera asesinado por el Escuadrón de la Muerte, particularmente a través de las "Antologías" (I y II) que coordinaron inicialmente Laura Oreggioni y Luis Bravo. Estas publicaciones fueron seguidas posteriormente por la labor, asimismo cumplida por Luis Bravo, en dos otras ediciones : "Obra Junta" y "La pipa de tinta china". También gracias a la labor conjunta de Luis Bravo y Alejandra Dopico se publicó, por último, "Mover el antiguo instrumental de la noche", que recopila la dramaturgia de Ibero.
La obra de José María Novo agrega una lectura de Ibero bajo el lente de un período diferente, tanto en cuanto al contexto teórico e intelectual, como ante otra coyuntura política mundial y nacional, de todo lo cual se hace eco, en su propio ámbito, el Museo de la Memoria. En un análisis que seguirá desde estas páginas en los primeros meses del año próximo, se abordará la lectura del mismo autor que emprendió José María Novo.
Conviene en especial destacar, dentro de este mismo año 2025, dos reseñas filosóficas que se detienen particularmente en la obra de Ibero Gutiérrez, a través de la lectura del libro de Sebastián Ferreira "Irradiación de la Fenomenología en el Uruguay (1950-1970)". En cuanto esas dos reseñas subrayan el lugar que para Ferreira reviste el pensamiento de Heidegger en la obra de Ibero, se pone de relieve un aspecto que agrega multivocidad, esta vez filosófica, a las vertientes antecedentes de una misma creación a temprana edad. En ese plano se destacan dos aspectos de la resonancia heideggeriana en Ibero : por un lado, la poesía incorpora un registro que proviene del propio elemento filosófico, por otro lado, lo filosófico se conjuga con la poesía sin ataduras a formatos conceptuales. Transversal entre múltiples campos, la intervención filosófica se aparta del acartonado protocolo disciplinario y deja de comparecer entre otros saberes, para revestir un intervalo propicio, sin desvanecimiento ni sobreimpresión ante lo que fomenta. La resonancia filosófica de la multívoca obra de Ibero no se suma a otras facetas de su creación, sino que interroga a la propia inter-rogación entre unas y otras, atravesándolas por igual. En lo que sigue, se presenta las reseñas a las que se acaba de hacer referencia.
Dos reseñas
Martín FLEITAS GONZÁLEZ1 Wirapuru 11, enero-junio de 2025 (pp. 115-119) (ISSN 2452-5901) Disponible en : https://revistas.ungs.edu.ar/index.php/wirapuru/issue/view/150
Ferreira, Sebastián (2024). Irradiación de la fenomenología en el Uruguay (1950-1970). Montevideo: Ginkgo Editora. Prólogo de Ricardo Viscardi, 137 páginas.
No es común encontrar, ni dentro del Uruguay ni fuera de él, estudios que se propon gan reconstruir la continuidad de algún espíritu de época, programa de investigación, o la persistencia siquiera de inquietudes, problemas o preguntas filosóficas hacia el interior del departamento o cuerpo docente de la facultad de alguna universidad. En especial en América Latina, donde es bien sabido que, de generación en generación, las facultades humanísticas y sociales invierten y reinvierten más esfuerzos en sin tonizar lo generado y discutido por algunas pocas universidades noroccidentales que por revisar, reapropiar y eventualmente progresar dentro de lo generado y discutido por sus universidades propias. No es este el caso, ciertamente, de Irradiación de la fenomenología en el Uruguay (1950-1970) de Sebastián Ferreira, en virtud de que allí se recogen las diferentes apropiaciones que varios intelectuales de la naciente Facultad Este trabajo está bajo una Licencia Creative Commons Atribución 4.0 Internacional de Humanidades (de la Universidad de la República de Uruguay), creada en 1943, y fundada en 1945, realizaron de la fenomenología que por Occidente estaba entonces en boga, en especial proveniente de Alemania, y acompasada casi de inmediato por la recepción que de ella hacían los franceses: me refiero especialmente a las obras de Martin Heidegger y Jean-Paul Sartre. Para ello Irradiación… elige, como objetos de estudio, la contribución que Mario A. Silva García pudo realizar a principios de la década de 1950, al tomar Ser y tiempo como referencia para distinguir entre principios y fundamentos, e investigar si acaso los primeros no remiten excluyentemente a las condiciones de posibilidad de la lógica, mientras los segundos a los de la teoría del conocimiento (capítulo 1), la apropiación y consideración que Juan Llambías de Aze vedo (cofundador, junto con Arturo Ardao, del Instituto de Filosofía) realizara, casi en simultáneo, de las diferentes “etapas” del pensamiento de Martin Heidegger (capítulo 2), el punto de inflexión que habría significado Mario Sambarino hacia el interior del proceso de profesionalización académica de la Licenciatura de Filosofía (impulsado años antes por la misión de especialización que Llambías de Azevedo había realizado en universidades europeas gracias a la Universidad de la República), con la publicación de sus magníficas Investigaciones sobre la estructura aporético-dialéctica de la eticidad de 1959, y con su posterior y desafortunadamente inconclusa inquietud por llevar a cabo una teoría satisfactoria del ethos (capítulo 3), la preocupación de Jesús Bentancourt Díaz por evaluar, dentro de su curso de Filosofía de la Historia, las discusiones vigen tes en la década de 1960 en Francia acerca del estructuralismo y la fenomenología, y la participación que allí tuvo el joven Javier Sasso, al encargarse de procesar algunas obras tempranas de Michel Foucault y materializar, de esta manera, la primera recep ción sistemática que el pensador francés tuvo en Uruguay (capítulo 4), y la presencia de cierta “impronta heideggeriana” en la obra, vida y pensamientos del joven poeta, artista y estudiante de la Licenciatura de Filosofía, Ibero Gutiérrez. Y si bien es cierto que el libro se compone de artículos y ponencias que Ferreira ha podido publicar en otros lugares académicos, la imagen que estos trabajos permiten elaborar una vez que se los considera en conjunto, es una que por separado no pueden en modo alguno favorecer, pues, en su conjunto, como digo, los capítulos que componen Irradiación… despiertan la pregunta de cómo es posible que la recepción de pensamientos foráneos pueda dar lugar a la sedimentación de una pequeña tradición de problemas, inquietu des, estrategias de investigación y, al mismo tiempo, de formas creativas y propias de hacer filosofía en un lugar determinado. Comento algunos aspectos de esta pregunta y, en especial, de cómo llega uno a planteársela a través del libro.
Vale la pena comenzar por observar que, si bien, como he dicho, Irradiación… se conforma por trabajos y ponencias que Ferreira ya ha podido hacer públicas, no es menos cierto que el libro cuenta con un prólogo especialmente escrito por Ricardo Viscardi (testigo y conocedor viviente de algunas de las figuras que aborda el libro), que los capítulos acusan algunas reescrituras, y que su ordenación cronológica faci lita la creación de ciertas representaciones mentales en torno a aquellas dos décadas de recepción de la fenomenología. Luego, merecen especial atención las técnicas y metodología empleados para procesar el conjunto de materiales requeridos para la escritura del libro: el asunto es que Ferreira no se propone, al parecer, llevar adelante una historia de las ideas del Instituto de Filosofía de la Facultad de Humanidades, ni tampoco hacer una crónica burocrática de sus planes de estudio, ni parece ensayar siquiera el atisbo de una historia intelectual que, desde las incursiones de Silva García en torno a Ser y tiempo, pretendiera detectar procesos de acumulación (que los hay, y que en cierta medida Irradiación… da cuenta de algunos de ellos) o evolutivos, sino que, en su lugar, el autor se propone hacer una genealogía de las prácticas por medio de las cuales los filósofos uruguayos hicieron saber de sus lecturas de la fenomenología alemana y existencialismo francés, de sus diferencias y seducciones para con ellas, de sus apropiaciones y discusiones, y de sus valoraciones y asunciones. De ahí que Ferrei ra no nos ofrezca aquí una reconstrucción de las obras de Silva García, Llambías de Azevedo, Sambarino, Bentancourt Díaz, Sasso o Ibero Gutiérrez, sino de todas aquellas prácticas, como digo, que nos permiten hoy iluminar los modos en los que cada uno de ellos apropió la fenomenología y el existencialismo, sea para abandonarlos, adop tarlos, evaluarlos o redireccionarlos en vistas del diseño y la persecución de objetivos propios. Estas prácticas son relevadas por Ferreira a través de (i) las obras de cada uno de estos pensadores (accediendo aquí a manuscritos que siguen inéditos), ciertamente, de (ii) los programas y planificaciones que elaboraron para sus cursos, de sus informes de actividades y solicitudes de dedicación total, de (iii) entrevistas a algunos de sus estudiantes, colegas y familiares y, finalmente, del (iv) procesamiento y análisis de algunos diarios y bibliotecas personales. La relación que se traba entre estos mate riales privilegia correctamente el archivo para en base a él, y bajo su luz, considerar exegética y hermenéuticamente aquello que los filósofos objetivaron de modo escrito y oral. En su conjunto, estas técnicas son las que le permiten a Ferreira llevar a buen puerto una genealogía antes que una historia de las ideas, o revisión/reconstrucción de pensamientos estrictamente escritos de manera cronológica, y “coquetear” satisfactoriamente con “una historia de la filosofía en el Uruguay” (p. 15).
¿Qué resultado arroja el trabajo? Puesto en pocas palabras, Irradiación… logra poner de manifiesto que la instauración de la dictadura uruguaya en 1973 significa, para el proceso de institucionalización y profesionalización de la filosofía en Uruguay, la interrupción lamentable de un conjunto de esfuerzos destinados a elaborar programas intelectuales propios que se nutrían creativamente de lo más prominente de Europa occidental. Aquello que Ferreira considera como “la” recepción de la fenomenología en el Uruguay facilita, ciertamente, la percepción de que el pensamiento de Martin Heidegger, sin duda el filósofo más influyente del siglo pasado, acompañado luego por el de Jean-Paul Sartre, despertó un interés perdurable en el Instituto de Filosofía de la nobel Facultad de Humanidades, permitiéndole a sus primeras generaciones docentes articular planteos, preguntas y proyectos de investigación que lograban pasar a los más jóvenes. El libro no aborda, sin embargo, las razones por las que aquella dictadura logró ser tan eficiente en su amputación institucional; la necesidad de su investiga ción queda planteada. En especial porque las dictaduras del Conosur no fueron, per se, reaccionarias a la fenomenología, aunque sí lo fueran ante las marcadas vetas que el existencialismo de Sartre (en su afiliación con las ondas expansivas de la Revolución cubana) generaba en nuestras tierras. Piénsese, por ejemplo, en el fabuloso trabajo de traducción que pudo llevar adelante Jorge Eduardo Rivera sobre Ser y tiempo, bajo el período dictatorial que Augusto Pinochet dirigió en Chile durante casi dos décadas. Irradiación… no se ocupa de por qué la dictadura truncó a través del exilio forzado e inducido aquella recepción que parecía persistir en el Instituto de Filosofía, no es su objeto, su objetivo es, en todo caso, dejar en claro que durante al menos tres décadas se cocinaba en un pequeño lugar de Montevideo algo propio e intergeneracional, que con el regreso de la democracia no se pudo recuperar, o siquiera revisar y evaluar con atención (¿quién sabe lo que podría haber sucedido si al ilusionado Sambarino no le hubiese sorprendido el infortunio de la muerte al apenas regresar a su país en 1984? ¿O acaso los flujos filosóficos internacionales que alteraban entonces sus rumbos con la caída del socialismo real, la instalación de la posmodernidad y la brutal expansión del neoliberalismo habrían alterado también, quién sabe de qué modo, la forma o via bilidad completa de su anhelado proyecto sobre el ethos?). Por otra parte, sin embargo, podría también pensarse que al abrigo de esta recepción más o menos prolongada de la fenomenología dentro del Instituto de Filosofía, se forjó también algo que, a pesar de la intervención militar, sobrevive hasta nuestros días: me refiero a la institucionalización de una filosofía profesional que comienza a preocuparse por marcar con cierto celo la circunferencia de una comunidad que, a medida que avanza en su especialización y actualización sobre algunos debates que ocurren en algunas pocas universidades noroccidentales, avanza también en su distanciamiento y alejamiento del procesamiento público de asuntos concernientes y acuciantes para toda la sociedad uruguaya (aunque también sea justo decir que la profesionalización/especialización no es la única razón del alejamiento de los filósofos de la esfera pública, sino también la aparición de modificaciones culturales, mercantiles y de consumo no privativas de la sociedad uruguaya, que privilegian en los ciudadanos la demanda de contenidos filosóficos de entretenimiento antes que referidos al procesamiento detenido de problemas coyunturales).
Con todo, se me ocurre apuntar dos asuntos de Irradiación… que invitan, por una parte, a considerar la necesidad de introducir un ajuste y una aclaración de los pará metros en los que cabe circunscribir su magnífico trabajo de investigación y, por otra, a considerar la necesidad de su ampliación futura, aunque no suceda esta por la propia mano de Ferreira. Ambos asuntos mantienen, en realidad, una común inquietud por la delimitación del objeto del libro, y en torno a él, por el alcance del objetivo que se propone alcanzar. El primer asunto remite al hecho de que el libro dice ocuparse de “la” recepción de la fenomenología en “el Uruguay” cuando, en realidad, y como he venido cuidando en toda la redacción precedente, el libro se ocupa de “la” recepción de la fenomenología en “el naciente Instituto de Filosofía” de la joven Facultad de Humanidades de Carlos Vaz Ferreira. Al respecto encuentro digno de precisar que, como ya supieron mostrar José Luis Romero (Latinoamérica: las ciudades y las ideas, 1976) y Ángel Rama (La ciudad letrada, 1984), en nuestro continente ha primado histórica mente una interdependencia obvia y sospechosa entre la administración y producción intelectual y las ciudades que explica, en principio (porque habría que llevar alguna investigación para ser más concluyente), por qué podría considerarse “la recepción de la fenomenología en Montevideo” como equivalente a “la recepción de la fenomeno logía en el Uruguay”. Sin embargo, y esto es lo que me lleva al segundo asunto, podría considerarse con mayor cautela el hecho de que “la recepción de la fenomenología en el naciente Instituto de Filosofía” sea equivalente a “la recepción de la fenomenología en Montevideo”, en virtud de que juzgo apropiado, para tal pretensión, dar alguna noticia de la recepción que la fenomenología efectivamente tuvo en el Instituto de Profesores “Artigas” (centro público de enseñanza terciaria no universitaria en el que, desde 1952, se forman los docentes que enseñan [entre varias disciplinas, filosofía] en los centros públicos de educación secundaria). Sabido es que no pocos de los primeros docentes del Instituto de Filosofía eran egresados y/o docentes del Instituto de Profesores “Arti gas”, en donde también se enseña, hasta el presente, filosofía. Dignos de mención son Mario Sambarino y Jesús Bentancourt Díaz, quienes trabajaron allí entre 1951 y 1965, y 1950 y 1964 respectivamente. De ahí que no sea en absoluto improbable que quien estuviera a cargo de la Cátedra de Historia de la Filosofía Antigua y Medieval durante quince años, y de la de Ética por doce años en el Instituto de Profesores “Artigas”, Mario Sambarino, haya sido parte responsable de introducir en esta casa de estudios la simiente de la fenomenología y antropología filosófica que, a partir de la década de 1970, determinará casi por completo el contenido y temario curricular del profesorado de filosofía, y de los programas y temarios de los cursos de filosofía que se dictaron en el “Bachillerato” de la educación secundaria, durante al menos cuatro décadas, en todo el territorio uruguayo (el “Bachillerato” se conformaba entonces por tres cursos/años: configuraba una preparación para el ingreso a la universidad, y cada año curricular comprendía el dictado de un curso específico de filosofía): la omnipresencia que la fenomenología de Heidegger, el existencialismo de Sartre, y la filosofía de la historia de Hegel tuvieron en todo este espectro curricular de la enseñanza de la filosofía en Uruguay no comenzó a mermar sino hasta hace muy poco tiempo.
En líneas generales, Irradiación de la fenomenología en el Uruguay (1950-1970) objetiva un esfuerzo intelectual individual que vehiculiza un esfuerzo de autocompren sión de la filosofía uruguaya por demás bienvenido, oportuno, sobresaliente y digno de ampliación y profundización. Dueño de una escritura que no pretende oscurecer o extender más de lo debido la exposición de aquello que desea recoger y tratar, y de aquello sobre lo cual desea introducir una lectura posible (como sucede en el capítulo dedicado a Llambías de Azevedo, ofreciendo buenas razones para reconsiderar la valo ración que a este le merecían las diferentes “etapas” del pensamiento de Heidegger, o en el capítulo dedicado a Ibero Gutiérrez, justificando enfoques posibles para rein terpretar su «impronta» y algunos pasajes de su obra escrita), Sebastián Ferreira nos obsequia un trabajo que interpela y permite calibrar algunos de los límites y alcances de nuestro presente filosófico uruguayo con mejor tino.
Celina LÉRTORA, Boletín de Filosofía FEPAI Año 45, N. Disponible en : http://bibliotecafepai.fepai.org.ar/Boletines/Filosofia/A45N89_2025.pdf
SEBASTIÁN FERREIRA. Irradiación de la fenomenología en el Uruguay (1950-1970), Montevideo, Ginkgo, 2024, 138 pp.
Esta bienvenida obra se inscribe en el esfuerzo de varios estudiosos en ambas márgenes del Plata, por presentar la historia reciente a través de documentos fidedignos y no con base en apreciaciones personales a veces teñidas de los propios gustos. Recurrir a los documentos es imprescindible, aunque no suficiente, porque la historia oral también cuenta y es importante. Pero equilibrar ambas fuentes es imperioso y este libro se suma a tal propuesta, focalizando un tema específico y además muy importante, la introducción y el desarrollo de la fenomenología en el país-.
Ricardo Viscardi, en el Prólogo, con el significativo título de “Bucear en la historia de la fenomenología uruguaya y respirar en el presente del archivo”, resume en una frase el objetivo y la propuesta de abordaje, por lo cual nada mejor que transcribirle en forma completa:
“Sebastián Ferreira presenta un trabajo que trasunta una significativa base de archivo. Con este antecedente, el lector puede esperar un aporte vinculado a la historia de la filosofía, que cuenta, particularmente en América Latina y en el Uruguay, con reconocida tradición disciplinaria. En esa orientación la expectativa del lector no será defraudada, en cuanto la base documental a la que accede y desde la que elabora su desarrollo, Ferreira habilita el relevamiento de una parte medular del quehacer filosófico del Uruguay entre los años 1940 y 1970”. (p. 11)
Por su parte, el autor, en su “Presentación”, sitúa el punto a quo de su indagatoria, siguiendo la idea historiográfica del corte importante que se produce en Uruguay a partir de la creación de la Facultad de Humanidades y Ciencias (período 1956-1958), como fenómeno de institucionalización de la filosofía, así como las discusiones que se dieron en torno a los “fines y objetivos” debido a la impronta vaz ferreiriana que tenía la Facultad en sus inicios.
De acuerdo con esta propuesta, el libro analiza este desarrollo a través de cinco autores, en orden cronológico. El primero de ellos es Mario A. Silva García, introductor de Heidegger en Uruguay a comienzos de la década del 50, explorando los archivos de los cursos de 1950 y 1951y cómo presento al filósofo alemán en su curso de Filosofía Teórica.
El segundo pensador es Juan Llambías de Azevedo, quien representa el anclaje heideggeriano” en la filosofía en el Uruguay, en las décadas del 59 y 60, haciéndose cargo en especial de las dificultades para comprender a Heidegger.
El tercer momento se vincula a Mario Sambarino, cuando ya puede hablarse de la vigencia de la fenomenología a mediados de la década del 60. A través de los archivos universitarios de sus cursos e informes de dedicación docente. Se hace cargo también de lo que llama “filosofar en el exilio” defendiendo su autenticidad. El cuarto momento está ligado a los nombres de Jesús Bentancourt Díaz y de Javier Sasso para la recepción filosófica de Michel Foucault a finales de los 60, señalando que el locus teórico receptivo fue el estructuralismo, y las cátedras receptivas fueron Filosofía de la Historia (Bentancourt) y los cursos de Filosofía Práctica (Sambarino).
Finalmente, con Ibero Gutiérrez se cierra el periplo de consolidación de la impronta heideggeriana uruguaya, señalando que el contexto filosófico en el que se erige el pensamiento de este pensador puede desdoblarse en dos aspectos: el propiamente institucional (proveniente de las clases y autores abordados en la Facultad se Humanidades y Ciencias, y un fuerte anclaje en la fenomenología proveniente de distintos filósofos de Alemania y de Francia), junto con el creciente humanismo marxista, a partir de los distintos trabajos en torno al joven Marx; y el que se origina en el seno familiar a partir de la figura de su padre, de su tío y padrino Methol Ferré, y de su primo Raúl Ruibal. Es decir, que la fenomenología uruguaya se vincula teóricamente, en forma paralela o complementaria más que opositiva, a los estudios sobre marxismo (sobre todo del primer Marx). Resumiendo su investigación nos dice Ferreira:
“La recepción filosófica de Heidegger en el Uruguay se inicia a finales de los años cuarenta, se profundiza en los años cincuenta, y ya en los años sesenta cunden las lecturas del pensador alemán, algo que se observa en una biblioteca tan nutrida de autores, como la de Gutiérrez. Requerirá una tarea de más largo aliento el poner de relieve con mayor detalle las distintas marcas, subrayados, esquemas y comentarios establecidos por el joven en las páginas del pensador alemán tanto en Ser y tiempo, como en Introducción a la Metafísica (1953), y los distintos textos que componen su edición de Sendas perdidas –así como las dedicadas a comentaristas directos e indirectos como Bobbio o Sartre–, para situar a Gutiérrez en ruptura con la metafísica de la representación” (p. 133-134).
1 Uruguayo. Subunidad académica de Filosofía de la Práctica, Universidad de la República, Uruguay. Contacto: elkanteano@gmail.com