Panel "La recepción de Foucault en el Uruguay y su diálogo latinoamericano" Desde las 12h. del miércoles 30 de julio en el Congreso Laltinoamericano de Teoría Social Intervienen Sebatián Ferreira, Martín Macías, Norman Madarsz, Juan Muiño y Ricardo Viscardi. Sigue abajo la exposición de Ricardo Viscardi.
Se accede al registro completo del panel en : https://www.youtube.com/watch?v=BhygciEjXak

En el año 2020 muere un entrañable amigo, Víctor Silva. Se decide entre muchos colegas y amigos que se granjeó en una vida trunca a los 48 años, llevar a cabo un homenaje bajo la forma de una recopilación de textos, dedicados al querido amigo que falleció a temprana edad y tras una prolífica carrera académica internacional. Cabe destacar que en esa recopilación interveníamos como compatriotas de Víctor tres colegas que hoy formamos parte de este panel : Sebastián Ferreira, Juan Muiño y quien habla. Quizás resultó sorprendente que mi intervención sobre Víctor, del que había recibido el don de que fuera mi alumno, se extendiera más sobre las características definitorias de la comunidad uruguaya que sobre la obra de mi ex-alumno y después dilecto colega.1 La razón de ese extravío temático provino de que yo mismo impulsé a Víctor, cuando todavía era mi alumno, a estudiar en el exterior, tal como lo recordaba él mismo frecuentemente, cuando ya era mi colega. Víctor Silva desarrolló, a partir de entonces, una carrera académica destacada y exitosa entre Europa y América, lo que me llevó a explicar en ese texto que le dediqué, las condiciones que determinaron, en su propio país, que no se albergara ni el perfil ni la carrera de Silva. Es decir, el extrañamiento indirectamente motivado de mi ex-alumno, hablaba más del Uruguay que de Víctor Silva y asimismo, aquella trayectoria exitosa en el extranjero, que se esmeró en episódicas visitas al país de origen, tampoco podía llegar a ser enteramente explicada sin entender que condiciones impidieron su desarrollo en el país de origen. Al pensar en una exposición en este panel « La recepción de Foucault en el Uruguay y su diálogo latinoamericano”, la memoria me llevó obstinadamente a la escena enunciativa de aquella intervención sobre el querido amigo fallecido a temprana edad : entendí entonces que en analogía con lo acontecido con el periplo de Víctor Silva, la recepción de Foucault en el Uruguay y su diálogo latinoamericano, habla más del Uruguay que de Foucault. Pero quiero asimismo destacar que ese extravío temático que vuelvo a protagonizar en este texto, obedece, al menos esta vez, a un designio foucaldiano : abandonar las huellas que la exégesis y el comentario célebre han hollado una y otra vez, por el contrario, tomar a campo traviesa por una senda sugestiva. Por esa vía encuentro algunos tópicos orientadores : en lo que sigue cito partes de mi texto de homenaje a Víctor Silva y los comento desde mi lectura actual de Foucault y los ordeno en sucesivos subtítulos que caracterizan, a mi entender, la recepción de Foucault en el Uruguay.
La defensa de una condición transparente del saber
“El título de una obra célebre de Carlos Real de Azúa pauta ese devenir: El impulso y su freno. Quizá a Víctor le tocó en vida protagonizar esa trayectoria que va desde inicios de 1972 hasta este 2020 en que fracasa, ante el regreso de un régimen neoliberal en el Uruguay, la ilusión de recuperar de cara al siglo XXI la condición radicalmente democrática de la Modernidad uruguaya. La inviabilidad de ese anhelo pro(re)gresista quizá asomaba, in limine, como sello de la misma nostalgia que lo remitía a un pasado ejemplar. La nostalgia es asimismo el sello propio de la subjetividad de la idea Moderna, en cuanto admite la carga del sentimiento. En el intento de recuperar las vías de desarrollo del Uruguay tradicional, cierto fundamentalismo del progreso no advertía que ya se insinuaban al filo de los años 1990, con la globalización como horizonte, dos figuras contrapuestas entre sí: un hiperracionalismo de la eficiencia (que toma por lema « Ciencia y Tecnología ») y un desplazamiento descentrado del discurso (que echa por tierra el primado epistémico del sujeto histórico). La sensibilidad predominante en el Uruguay endosaba esas dos tendencias la una a la otra, en tanto y por cuanto, se aferraba a una condición transparente del saber, avocada a cierta emancipación ineluctable (extracto del texto “Victor Silva : uruguayo de otros horizontes)”.
Comentario a partir de Foucalt: El ascenso del economicismo mercadocrático desde el último cuarto del siglo XX, al que siguiera iniciado este siglo el retorno de autoritarismos atávicos (ultraderechas europeas y americanas), promovió paradójicamente la reivindicación nostálgica del Estado, cuando no de un “sujeto popular” y de un “sujeto histórico”, uno y otro atados, por igual, a la esencialidad humana de una subjetividad periclitada. En un anacrónico intento de formular un punto de apoyo crítico al auge del poder tecno-económico, así como actualmente al retorno idiosincrásico de un “sujeto fuerte”, se toma por el fácil atajo de encontrar en la crítica de Foucault a la institucionalización del poder, un planteo proclive al liberalismo en sus formas economicistas « neoliberales ». Se trata de una versión “aggiornada” de la antigua identificación entre tendencias del “post” (estructuralismo, modernismo, etc.) y el “capitalismo”, bajo la forma de una trasnochada recuperación de la “izquierda” fracasada de antemano.
Sostener un régimen partidocrático de poder
“Como fruto de una construcción de Estado que generó cerrada oposición dentro de su propio partido, pero que además encontró ecos y móviles en filas adversarias e, incluso, inspiración socialdemócrata y anarquista, el batllismo forjó contrario sensu al ucase de las clases dominantes, una alianza de sectores progresistas. El auspicioso excedente económico favorecido comercialmente por las dos guerras mundiales sostuvo el desarrollo democrático del Uruguay en el siglo XX, pautado por un proceso de redistribución inspirado en la primera socialdemocracia europea y protagonizado por un significativo ascenso de las capas medias. Detrás de este tejido de alianzas persiste una determinación geopolítica, que llevó a la creación del Uruguay como Estado tapón entre el imperio del Brasil y la naciente república Argentina. Inscritas en esa correlación de fuerzas regional, las colectividades partidarias fundacionales (sugestiva expresión que designa en conjunto al Partido Colorado y al Partido Nacional) forjaron la entidad nacional a través de una sucesión de guerras civiles progresivamente orientadas, mediante pactos interpartidarios, a una ardua gestación del Estado. A partir de la segunda mitad del siglo XIX, lentamente se configuró un régimen partidocrático de poder, que aportó la nota diferencial del Uruguay en la región: la fortaleza institucional edificada sobre el fundamento partidario, reflejada, a su vez, por el Estado (extracto del texto “Victor Silva : uruguayo de otros horizontes)”.
Comentario a partir de Foucalt: Cierta exégesis latinoamericana ha intentado confortar la recepción del autor de “Verdad y poder” por medio de la temática “biopolítica”, que no ocupa sino un lugar episódico en la obra de Foucault. Tal disimulación habilita cierta percepción “estructural” del poder en tanto cristalización racional y otorga una faceta de verosimilitud crítica a una identificación entre poder y racionalidad, que es tributaria de la fatalidad soberana de la condición estatal tanto como (viceversa), de la fatalidad estatal de la condición soberana. La deriva que prima en una trayectoria que pasa por el Collège de France corresponde, por el contrario, a un vínculo con lo político que escapa tanto a la visión estructural de la violencia social, signada por un “sentido de la Historia” ineluctable, como a la formalización estructuralista del lenguaje, que no trasciende la subordinación de la experiencia a la totalización cognitiva.
Blindar los fueros empíricos del Orden
“La instalación en la Universidad de la República de un servicio en Ciencias de la Comunicación (en 1986) tendrá lugar, por consiguiente, en un clima intelectual hostil al «giro lingüístico». El desamparo en que se desarrollaron los estudios en comunicación durante un cuarto de siglo no solo corresponde a las dificultades económicas que enfrentaba la universidad en su conjunto, sino que ante todo refleja la resistencia de una episteme que se veía amenazada, en sus fueros empíricos, por la voluble entidad del lenguaje. (…) Quien hacia fines de los noventa asistió al «Seminario de cuestiones especiales y de actualidad de la comunicación» se interesaba en la potencia teórica que revestían análisis con significativa carga conceptual, de autores como Derrida, Austin, Foucault o Agamben. Si estos autores eran de escasa circulación en el propio ámbito filosófico del país, era razonable imaginar que ese horizonte teórico no encontraría mayores chances en el campo de la comunicación, de tradición reciente y amplia incorporación interdisciplinaria (extracto del texto “Victor Silva : uruguayo de otros horizontes)”.
Comentario a partir de Foucalt: La sensibilidad foucaldiana estriba en la discontinuidad que interviene como clave del conjunto de su obra. Tal discontinuidad requiere la contextualización de una actividad anclada en su propio presente, siempre ajeno a un planteo contenidista del saber. Desde esta perspectiva la noción foucaldiana de “tecnología” es tributaria de la propia noción de subjetivación y abre, en una transacción permanente entre el “sí mismo” y la escena pública, el lugar sin lugar propio de un cuidado de sí. Tal desplazamiento de la actividad de cada quién respecto a todo esencialismo del pensar, habilita una apertura al presente de la tecnología. Tal presente echa por tierra, en razón de la efectiva programación enunciativa y artefactual, toda perspectiva de Orden (económico, informativo, social, etc.). Ante un contexto marcado ante todo por la incertidumbre de la perspectiva histórica (como efecto paradójico del propio auge de la programación informática), la “ontología crítica de nosotros mismos” suscribe a la propia condición genealógica de la contingencia, en tanto que motivo inherente a “este sí mismo”, que a cada quien le toca cuidar de por sí:
“Y esta crítica será genealógica en el sentido de que no deducirá de la forma de lo que somos, aquello que nos sea imposible hacer o conocer, sino que obtendrá de la contingencia que nos a hecho ser lo que somos, la posibilidad de no ser más, hacer o pensar, lo que somos, hacemos o pensamos”.2
1Viscardi, R. “Víctor Silva, uruguayo de otros horizontes” en Catástrofe y Comunicación: la pugna de las imágenes. Homenaje a Víctor Silva Echeto, Browne, R. Cabrera, D. (edit.) (2021) Universitat Autònoma de Barcelona, Barcelona, pp. 33-36. Recuperado de : https://ddd.uab.cat/pub/llibres/2021/249211/ebookInCom_23.pdf
2Foucault, M. « ¿Qué es la Ilustración? ». Recuperado de: https://uchile.cl/dam/jcr:75ab67b5-aecb-4067-8365-bcd8cc51cc31/que-es-la-